Y había escuchado los rumores de la muerte de Rafael, al parecer, los tiros iban a Andrés, y no a Rafael, así me dijeron mis amigos.
Pero era rara la historia, Rafael ya tenía muchos enemigos, y claro, al juntarse con esa gente que solo lo metían en problemas.
En el día del funeral fui yo el único que fui, con su familia, luego toqué unos tambores en honor a él.
Era un gran amigo antes de sus locuras, recordé todas las cosas por las que habíamos pasado.
Pasó tiempo, mi banda se había disuelto, mantenía contacto a veces con Charlie y Felipe. Pero pasaba tiempo sin saber de ellos.
Mi banda había pasado por muchas cosas, desde que empezó hasta que terminó, fue la vida, yo me dediqué a aprender cosas.
Pero todo esto fue un aprendizaje, hoy en día toco con grandes bandas, y viajo a veces por allí.
No me gustan mucho las grandes bandas, pero puedo decir que aprendí de ellos, hasta saqué un disco representando a mi país.
La vida no es fácil, pero uno la puede ajustar y reducirse dificultades si quiere, todo esto es así.
Y escribo toda esta historia.
Pasaron 10 años, ahorita estoy sentado leyendo, un poco gordo.
Estaba con dos personas, uno con el saxofón y el otro con el bajo.
Disfruto mi vida al máximo, y la amo con todo gusto. Surfeo mas que antes, y nada, siempre la gente me recibe bien.
La juventud es algo que no regresará jamás, pero se mantendrá dentro de uno cada vez que la busco.
La historia es ésta, solo ésta, y crecerá cuando viva mas tiempo, y cuando recuerden mis canciones.
Sé que me iré algún día, ojalá y no sea pronto. Quiero hacer bastante en mi vida, es un mundo difícil, pero me gusta.
Extraño a todos independientemente de las cosas, es la vida, da, quita, regresa, trátala. Pero es hora de tocar, suena la música y digo.
- Música maestro.
FIN
miércoles, 20 de mayo de 2009
domingo, 10 de mayo de 2009
CAPITULO XVIII
Estábamos ensayando Charlie y yo. Listos para tocar en el local de la noche, y esperando a Felipe, cuando llegó.
- Epale muchachos.- Saludó.
- Felipe. Habla.- Dijo Charlie.
Muestra un artículo de periódico.
- No puede ser.- Dije yo.
- Era lo que le esperaba.
- Lo ví hace una semana.
- Y el tipo se dio a la fuga.- Dijo Charlie.
- Ese pana estaba mal.- Dije yo.
Empezamos a analizar.
Me dio un poco de dolor, era su muerte, pero no se sabía qué pasó.
- Es una culebra fea.- Dije.- Me da dolor.
Los muchachos me vieron.
- Es hora de partir.- Dije.
Pensando.
- Nuestra banda ha dado mucho. Hay que admitirlo muchachos, hemos sobrevivido.
- Sí, es verdad. No nos hemos acabado.- Dijo Charlie.
- ¿Es nuestro último toque?- Preguntó Felipe.
- Al parecer sí.- Dije yo.- Quisiera hacer el homenaje de esta noche, Rafael ha estado con nosotros, independientemente de las cosas que pasaron.
- Y Miguel nos jodió tambien.- Dijo Charlie.
- Bueno muchachos, quiero otros proyectos, quiero dejar la banda por un tiempo por lo menos.
- Nos toca.- Dijo Felipe.
- Epale muchachos.- Saludó.
- Felipe. Habla.- Dijo Charlie.
Muestra un artículo de periódico.
- No puede ser.- Dije yo.
- Era lo que le esperaba.
- Lo ví hace una semana.
- Y el tipo se dio a la fuga.- Dijo Charlie.
- Ese pana estaba mal.- Dije yo.
Empezamos a analizar.
Me dio un poco de dolor, era su muerte, pero no se sabía qué pasó.
- Es una culebra fea.- Dije.- Me da dolor.
Los muchachos me vieron.
- Es hora de partir.- Dije.
Pensando.
- Nuestra banda ha dado mucho. Hay que admitirlo muchachos, hemos sobrevivido.
- Sí, es verdad. No nos hemos acabado.- Dijo Charlie.
- ¿Es nuestro último toque?- Preguntó Felipe.
- Al parecer sí.- Dije yo.- Quisiera hacer el homenaje de esta noche, Rafael ha estado con nosotros, independientemente de las cosas que pasaron.
- Y Miguel nos jodió tambien.- Dijo Charlie.
- Bueno muchachos, quiero otros proyectos, quiero dejar la banda por un tiempo por lo menos.
- Nos toca.- Dijo Felipe.
CAPITULO XVII
De tantos rumores que se oían por allí, caminando fui a buscar a Rafael. Y le hablé.
- Quería hablar contigo.- Le dije.
- ¿Conmigo? ¿De qué?
- Ya escucho de la gente que tú y yo nos tenemos arrechera.
- Yo no tengo nada contra ti José.
- Quisiera que volvieras a la banda, es tuya.
- Ya es tarde José, tú y yo tenemos destinos distintos, busque su destino.
Saqué el tambor y toqué, toqué un ritmo, en plena calle, toqué tanto y Rafael cantó como en los viejos tiempos. La gente que pasaba miraba, y hasta bailaba.
Algunos se ponían a tocar con sus guitarras. Fue la última vez que supe de Rafael.
- Quería hablar contigo.- Le dije.
- ¿Conmigo? ¿De qué?
- Ya escucho de la gente que tú y yo nos tenemos arrechera.
- Yo no tengo nada contra ti José.
- Quisiera que volvieras a la banda, es tuya.
- Ya es tarde José, tú y yo tenemos destinos distintos, busque su destino.
Saqué el tambor y toqué, toqué un ritmo, en plena calle, toqué tanto y Rafael cantó como en los viejos tiempos. La gente que pasaba miraba, y hasta bailaba.
Algunos se ponían a tocar con sus guitarras. Fue la última vez que supe de Rafael.
CAPITULO XVI
Llegando a casa de un amigo, era un hombre negro, el hermano de Rafael.
- José. ¡Qué placer verte!.- Me dijo
- Igual hermano.- Dije
- ¿Cómo anda todo por allí?
- En lo mismo, la música.
- Mi hermano peló el bonche del grupo.
- Sí vale.
- Te lo digo José, ya estoy harto de sus amiguitos. Tú eres su único amigo.
- Yo lo sé.
- Y por eso a ti nunca te rechazo.
- Trato de hacer lo posible.
- La piedra lo tiene mal.
Se quedó callado.
- José. ¡Qué placer verte!.- Me dijo
- Igual hermano.- Dije
- ¿Cómo anda todo por allí?
- En lo mismo, la música.
- Mi hermano peló el bonche del grupo.
- Sí vale.
- Te lo digo José, ya estoy harto de sus amiguitos. Tú eres su único amigo.
- Yo lo sé.
- Y por eso a ti nunca te rechazo.
- Trato de hacer lo posible.
- La piedra lo tiene mal.
Se quedó callado.
CAPITULO XV
Al día siguiente me reúno con Vicente, estábamos hablando de muchas cosas. De hecho me dio unos tips para tocar muy bien. Me enseñó bastante. Unas buenas técnicas aprendí con él.
El hombre me ayudó a meter algo de espiritualidad a mi música. El hacía unos ruidos, hasta se me ocurrió grabar. El truco era sentir la música y sentir mis ritmos. Era un gran maestro ese hombre.
Duró bastante.
En la noche luego de tocar, veo a Miguel. Se acerca dónde alguien, al parecer era de los amiguitos de Andrés. Oigo la conversación.
- ¿Qué quieres? – Pregunta el hombre, se llamaba Daniel.
- Fíame una bolsa.- Dijo Miguel.
- ¿Cómo que fíame? Págame lo que me debes.
Daniel lo agarró.
- Becerro, suéltame.
Daniel sacó una pistola, y yo viendo la cosa.
- Quédate quieto. Paga, y todo estará bien.
Miguel se quedó tranquilo, no podía hacer nada, asustado, el hombre le tenía una pistola apuntada.
- Te lo pago después vale.
Daniel le dio una cachetada.
Miguel estaba furioso tirado en el piso. Luego Daniel se fue. Pero no lo iba a defender yo. Por ladrón.
El hombre me ayudó a meter algo de espiritualidad a mi música. El hacía unos ruidos, hasta se me ocurrió grabar. El truco era sentir la música y sentir mis ritmos. Era un gran maestro ese hombre.
Duró bastante.
En la noche luego de tocar, veo a Miguel. Se acerca dónde alguien, al parecer era de los amiguitos de Andrés. Oigo la conversación.
- ¿Qué quieres? – Pregunta el hombre, se llamaba Daniel.
- Fíame una bolsa.- Dijo Miguel.
- ¿Cómo que fíame? Págame lo que me debes.
Daniel lo agarró.
- Becerro, suéltame.
Daniel sacó una pistola, y yo viendo la cosa.
- Quédate quieto. Paga, y todo estará bien.
Miguel se quedó tranquilo, no podía hacer nada, asustado, el hombre le tenía una pistola apuntada.
- Te lo pago después vale.
Daniel le dio una cachetada.
Miguel estaba furioso tirado en el piso. Luego Daniel se fue. Pero no lo iba a defender yo. Por ladrón.
lunes, 6 de abril de 2009
CAPITULO XIV
Voy a la policía. Pues me había parecido injustamente que agarraran a Rafael. Cuando hablo con el comisario. Me lo traen.
El hombre me empieza a pedir real para soltarlo. No tenía mucho, traté de convencerlo. Hasta que logré un acuerdo. Me lo traen. Rafael andaba muy sucio y muy feo. Estaba en los últimos estados.
Le doy algo de real al hombre. Lo soltaron y lo dejaron irse. Ni las gracias me había dado. Todo el mundo se quedó sorprendido. Bueno, ya la cosa era costumbre. Rafael andaba muy loco.
Recuerdo que yo siempre le fui fiel. Como ya lo había contado. Siempre lo esperaba. Trataba de que volviera a la banda a pesar de que mis compañeros no lo querían. Y lo que hacía era andar con ese poco de chusmas que le sacaban todo lo que podía y además lo trataban mal. Ellos nunca se preocuparon por Rafael. Al contrario, fui yo él que pagó para que lo soltaran.
Ya empezaba a tomar decisiones de alejarme de él. Ya estaba dando muchos problemas, mi gente tenía razón. Y yo nunca quise hacer caso. Le tenía mucho aprecio. Puesto que habíamos pasado por muchas cosas. Pero el hombre ya estaba mal. Se estaba deteriorando. La piedra lo tenía feo. La gente con quién se la pasaba lo que hacían era utilizarlo. Pero no podía obligarlo.
El hombre me empieza a pedir real para soltarlo. No tenía mucho, traté de convencerlo. Hasta que logré un acuerdo. Me lo traen. Rafael andaba muy sucio y muy feo. Estaba en los últimos estados.
Le doy algo de real al hombre. Lo soltaron y lo dejaron irse. Ni las gracias me había dado. Todo el mundo se quedó sorprendido. Bueno, ya la cosa era costumbre. Rafael andaba muy loco.
Recuerdo que yo siempre le fui fiel. Como ya lo había contado. Siempre lo esperaba. Trataba de que volviera a la banda a pesar de que mis compañeros no lo querían. Y lo que hacía era andar con ese poco de chusmas que le sacaban todo lo que podía y además lo trataban mal. Ellos nunca se preocuparon por Rafael. Al contrario, fui yo él que pagó para que lo soltaran.
Ya empezaba a tomar decisiones de alejarme de él. Ya estaba dando muchos problemas, mi gente tenía razón. Y yo nunca quise hacer caso. Le tenía mucho aprecio. Puesto que habíamos pasado por muchas cosas. Pero el hombre ya estaba mal. Se estaba deteriorando. La piedra lo tenía feo. La gente con quién se la pasaba lo que hacían era utilizarlo. Pero no podía obligarlo.
domingo, 22 de marzo de 2009
CAPITULO XIII
Luego en un local por Cacaito, había una fiesta, me encuentro a Rafael. Estaba con Andrés.
- Allí está tu amigo ladilla.- Le dijo Andrés, yo lo ignoré.
- Pana, eres una ladilla.- Me dijo Rafael.
- Solo te vine a saludar.- Dije.
- Pírate que ando ocupado.- Me dijo.
- Pero Rafael. ¿Qué pasa?
- Un coño, no me interesa que me ladilles, vete.
- Lárgate, tiene asuntos importantes.- Me dijo Andrés.
- Vete pana, en verdad, ando tranceado, vete de aquí, anda a hacer lo que te da la gana, pero vete.
- De acuerdo.- Dije y me fui.
- Mierda, que ladilla.- Lo oí decir.
- No andes con ese cabrón, ocúpate del negocio, vende las bolsas.- Dijo Andrés.
- De acuerdo.
Luego en ese mismo local Andrés estaba atendiendo a alguien, se escuchaba algo, salía dinero en la mesa. Luego la persona se quejaba de que no era suficiente, hubo una pelea, Rafael se metió, fue fuerte en el local.
- Ahora pírate becerro.- Sacó una pistola.
Luego hubo una pelea, hubo hasta tiroteos, yo me fui de allí. Se oían sirenas, yo tube que correr. Agarraron gente, una readada, todos contra la pared. Revisaron a todo el muno, a Rafael lo agarraron y se lo llevaron.
- Allí está tu amigo ladilla.- Le dijo Andrés, yo lo ignoré.
- Pana, eres una ladilla.- Me dijo Rafael.
- Solo te vine a saludar.- Dije.
- Pírate que ando ocupado.- Me dijo.
- Pero Rafael. ¿Qué pasa?
- Un coño, no me interesa que me ladilles, vete.
- Lárgate, tiene asuntos importantes.- Me dijo Andrés.
- Vete pana, en verdad, ando tranceado, vete de aquí, anda a hacer lo que te da la gana, pero vete.
- De acuerdo.- Dije y me fui.
- Mierda, que ladilla.- Lo oí decir.
- No andes con ese cabrón, ocúpate del negocio, vende las bolsas.- Dijo Andrés.
- De acuerdo.
Luego en ese mismo local Andrés estaba atendiendo a alguien, se escuchaba algo, salía dinero en la mesa. Luego la persona se quejaba de que no era suficiente, hubo una pelea, Rafael se metió, fue fuerte en el local.
- Ahora pírate becerro.- Sacó una pistola.
Luego hubo una pelea, hubo hasta tiroteos, yo me fui de allí. Se oían sirenas, yo tube que correr. Agarraron gente, una readada, todos contra la pared. Revisaron a todo el muno, a Rafael lo agarraron y se lo llevaron.
domingo, 8 de marzo de 2009
CAPITULO XII
Luego estaba con Vicente, estaba en una posición, me recomendaba todo lo que había que hacer.
- No pienses en nada.- Me dijo.
Yo respiraba profundo.
Veía muchas cosas.
- No pienses en ti, siente la energía.
Respiraba.
- Sigue.- Me decía.
Yo seguía.
- Esa es la vida amigo, conoces.
Me decía mucho.
- Siente todo.
Me estaba sintiendo elevado.
- Es el momento para todo.
Era un chamán.
Y seguía.
Al día siguiente, estaba en una plaza. Fumándome un porro, en la Plaza la Castellana, medio encaletado por los pacos, cuando me llega un hombre barbudo, estaba medio sucio, me asustó.
- Miguel, no te reconocí.- Le dije.
- José. Qué gusto verte.- Me dijo.
- Claro vale. ¿Qué has hecho por allí?
- Nada nuevo. ¿Sigues tocando?
Asentí.
- Tenemos uno menos pero bueno.
- Yo tambien ando.
- ¿Por qué no te unes a nosotros? Te invito.
- Puede ser.
- Dale, te va a gustar.
- Yo sé.
- Ensaya con nosotros.
- ¿Cuándo ensayan?
Le dije. Miguel se quedó pensativo, estaba en un aspecto sucio, nunca lo había visto así. Estaba raro.
Lo miraba.
- ¿Cómo te portas?-Pregunté.
- Igual.- Me dijo.
Me reí.
Al día siguiente voy a controlar donde un hombre que se llama Daniel.
- Epale Daniel. ¿Qué me cuentas?
- Eres una bruja.- Me dijo.- Qué bolas, botaste a Rafael.
- No lo boté.
- Claro que sí, él me dijo.
Estaba que me miraba.
Llegó otro hombre, Francisco.
- Tu banda va a decaer, vas a ver, Rafael era el líder de la banda.
No entendía.
- Es la verdad.- Me dijo Daniel.
Francisco me miraba.
- Botaste al pana. Pero jódete, no vas a tener vida.
Francisco no decía nada pero me miraba.
- Deberías pirar.- Me dijo Francisco.
- Sí.-Dijo Daniel.
Francisco seguía mirando.
- Lárgate.- Dijo Daniel.
En el momento del ensayo llegó Miguel, allí estaban mis integrantes, Charlie, Felipe y
- Podemos empezar cuando quieras.- Dijo Miguel.
Empezamos, luego del toque.
- Quédate.- Dijo Felipe.
- Puedo hacerlo.- Dijo Miguel.
- Eres mejor que Rafael.
- Bicho, ese bicho es un ególatra.
- Ya yo estoy harto de ese carajo.
Miguel miraba.
- Ya nos ha metido en peos.
- Te lo creo.
- Es un peo andar con él.
- Yo he andado.
- Lo queremos sacar.
- Sácalo.
- Eres bienvenido.
- De acuerdo.
- Es así.
- Quiero seguir con esto.
Luego sacan una bolsa de coca Felipe y Miguel.
- Sírvela.
-: Así lo haré, no te preocupes.
- Dale.
Al día siguiente noté que se desaparecieron muchas cosas, dinero, que al parecer era Miguel.
- No pienses en nada.- Me dijo.
Yo respiraba profundo.
Veía muchas cosas.
- No pienses en ti, siente la energía.
Respiraba.
- Sigue.- Me decía.
Yo seguía.
- Esa es la vida amigo, conoces.
Me decía mucho.
- Siente todo.
Me estaba sintiendo elevado.
- Es el momento para todo.
Era un chamán.
Y seguía.
Al día siguiente, estaba en una plaza. Fumándome un porro, en la Plaza la Castellana, medio encaletado por los pacos, cuando me llega un hombre barbudo, estaba medio sucio, me asustó.
- Miguel, no te reconocí.- Le dije.
- José. Qué gusto verte.- Me dijo.
- Claro vale. ¿Qué has hecho por allí?
- Nada nuevo. ¿Sigues tocando?
Asentí.
- Tenemos uno menos pero bueno.
- Yo tambien ando.
- ¿Por qué no te unes a nosotros? Te invito.
- Puede ser.
- Dale, te va a gustar.
- Yo sé.
- Ensaya con nosotros.
- ¿Cuándo ensayan?
Le dije. Miguel se quedó pensativo, estaba en un aspecto sucio, nunca lo había visto así. Estaba raro.
Lo miraba.
- ¿Cómo te portas?-Pregunté.
- Igual.- Me dijo.
Me reí.
Al día siguiente voy a controlar donde un hombre que se llama Daniel.
- Epale Daniel. ¿Qué me cuentas?
- Eres una bruja.- Me dijo.- Qué bolas, botaste a Rafael.
- No lo boté.
- Claro que sí, él me dijo.
Estaba que me miraba.
Llegó otro hombre, Francisco.
- Tu banda va a decaer, vas a ver, Rafael era el líder de la banda.
No entendía.
- Es la verdad.- Me dijo Daniel.
Francisco me miraba.
- Botaste al pana. Pero jódete, no vas a tener vida.
Francisco no decía nada pero me miraba.
- Deberías pirar.- Me dijo Francisco.
- Sí.-Dijo Daniel.
Francisco seguía mirando.
- Lárgate.- Dijo Daniel.
En el momento del ensayo llegó Miguel, allí estaban mis integrantes, Charlie, Felipe y
- Podemos empezar cuando quieras.- Dijo Miguel.
Empezamos, luego del toque.
- Quédate.- Dijo Felipe.
- Puedo hacerlo.- Dijo Miguel.
- Eres mejor que Rafael.
- Bicho, ese bicho es un ególatra.
- Ya yo estoy harto de ese carajo.
Miguel miraba.
- Ya nos ha metido en peos.
- Te lo creo.
- Es un peo andar con él.
- Yo he andado.
- Lo queremos sacar.
- Sácalo.
- Eres bienvenido.
- De acuerdo.
- Es así.
- Quiero seguir con esto.
Luego sacan una bolsa de coca Felipe y Miguel.
- Sírvela.
-: Así lo haré, no te preocupes.
- Dale.
Al día siguiente noté que se desaparecieron muchas cosas, dinero, que al parecer era Miguel.
CAPITULO XI
Vicente y yo nos fuimos para la montaña, subismos bastante hasta el pico Occidental, a veces sacaba mis tabacos y le sacaba 2.
- Te voy a mostrar muchas cosas José.- Me dijo.
- ¿Puedo fumar tranquilo?
- Puedes hacer lo que quieras. Tú sabes lo que haces.
- De acuerdo.
- Ya llegaremos para el pico, me interesa es que no haya nadie.
- Yo sé, yo he estado.
- Bien.
- Mis piernas me duelen un poco.
- Lo sé.
- Ya estaremos.
- Dale, no te desesperes.
Yo pensando en una chica.
- Te voy a mostrar muchas cosas José.- Me dijo.
- ¿Puedo fumar tranquilo?
- Puedes hacer lo que quieras. Tú sabes lo que haces.
- De acuerdo.
- Ya llegaremos para el pico, me interesa es que no haya nadie.
- Yo sé, yo he estado.
- Bien.
- Mis piernas me duelen un poco.
- Lo sé.
- Ya estaremos.
- Dale, no te desesperes.
Yo pensando en una chica.
CAPITULO X
En un bar, me encuentro con Rafael.
- Préstame algo de plata, tengo una deuda.
- Verga Rafael, sabes que no me gusta...
- Tranquilo bro, dale, yo luego te lo pago.
- ¿Cuánto quieres?
- Treinta.
Se lo dí.
Luego voy camnando de noche por Sabana Grande, era tarde, prendía un porro. Me lo iba fumando disimuladamente.
- ¿Por qué se los dí?- Pensé.
Seguía y seguía, pensaba en lo que me dijo Vicente, y sí, talvez podía ser verdad, pero Rafael en su momento fue bueno, lo que pasa es que la piedra se lo llevó, y los otros son buenos tambien.
Vicente era bueno dando consejos.
Por cierto debería volver a hablar con él.
Después lo iba a buscar, por los momentos iba a mi casa, tenía unos asuntos importantes que resolver.
Llegué y me puse a tocar piano yo solo pensando en muchas cosas. Veía como la gente se volvía loca.
La verdad es que la vida de músico era medio difícil.
Mis amigos eran unos locos pero en el fondo eran mis amigos, y me daba lástima Rafael..
No sabía si desaparecerme o qué, y dejar todo así, pero no, pienso que debía enseñar muchas cosas a muchos.
Luego aparece alguien en el carro, era Vicente, me monté en su carro, y nos fuimos por allí, estábamos hablando.
-Vente conmigo, me dijo.
- Vamos.
- ¿Qué haces por allí solo?
Entramos a la montaña, subimos.
- ¿Qué vamos a hacer aquí? – Pregunté.
- Ya verás.
En la montaña, me puse en una posición, Vicente me dio un pensamiento determinado, mientras hablaba y cantaba ví muchas cosas. Escuchaba los animales, hasta los oía hablar.
En la noche toqueé con mi banda, a la gente le gustó. Luego se acercó una chica y me fui con ella.
- Préstame algo de plata, tengo una deuda.
- Verga Rafael, sabes que no me gusta...
- Tranquilo bro, dale, yo luego te lo pago.
- ¿Cuánto quieres?
- Treinta.
Se lo dí.
Luego voy camnando de noche por Sabana Grande, era tarde, prendía un porro. Me lo iba fumando disimuladamente.
- ¿Por qué se los dí?- Pensé.
Seguía y seguía, pensaba en lo que me dijo Vicente, y sí, talvez podía ser verdad, pero Rafael en su momento fue bueno, lo que pasa es que la piedra se lo llevó, y los otros son buenos tambien.
Vicente era bueno dando consejos.
Por cierto debería volver a hablar con él.
Después lo iba a buscar, por los momentos iba a mi casa, tenía unos asuntos importantes que resolver.
Llegué y me puse a tocar piano yo solo pensando en muchas cosas. Veía como la gente se volvía loca.
La verdad es que la vida de músico era medio difícil.
Mis amigos eran unos locos pero en el fondo eran mis amigos, y me daba lástima Rafael..
No sabía si desaparecerme o qué, y dejar todo así, pero no, pienso que debía enseñar muchas cosas a muchos.
Luego aparece alguien en el carro, era Vicente, me monté en su carro, y nos fuimos por allí, estábamos hablando.
-Vente conmigo, me dijo.
- Vamos.
- ¿Qué haces por allí solo?
Entramos a la montaña, subimos.
- ¿Qué vamos a hacer aquí? – Pregunté.
- Ya verás.
En la montaña, me puse en una posición, Vicente me dio un pensamiento determinado, mientras hablaba y cantaba ví muchas cosas. Escuchaba los animales, hasta los oía hablar.
En la noche toqueé con mi banda, a la gente le gustó. Luego se acercó una chica y me fui con ella.
CAPITULO IX
Yo estaba caminado por el Hatillo, estaba yendo a casa de un gran amigo, Vicente, aprendí muchas cosas de él. Toqué el timbre, me abre un hombre calvo.
- ¡José!, tanto tiempo.
- Quería verte amigo.
- Hace tiempo que no sabía de ti, pasa.
Entré. Vicente era un gran amigo, un hombre muy espiritual, aprendí muchas cosas de música gracias a él, no era vicioso. Pero tampoco se metía en los asuntos que no eran de él. Era un hombre honesto.
- ¿Puedo prender el tabaco aquí?
- Coño hombre, dale, préndalo, está en su casa.
Yo me senté a hablar con mi amigo.
- Qué bueno verte Vicente.
- Igual José, es agradable saber de ti.
- ¿Qué has hecho por allí?.
- He viajado bastante, hasta que al fin quise tomar casa.
- Me alegro.
- ¿Sigues tocando?
- Sí, por supuesto.
Vicente se quedó pensativo.
Luego yo me quedo observando la casa.
Observaba la casa. Tenía unos cuadros que me llamaron la atención.
Me paré.
Luego miraba los tambores, con ellos había aprendido.
- Los viejos tambores.- Dije.
- Claro.
- Existen.
- Siempre me acuerdo de ti viejo amigo y te voy a decir algo.
- ¿Qué?
- Eres una persona pura José, una de las pocas personas. Sé que mucha gente se aprovecha de eso. Tu personalidad es fuerte
Vicente se quedó callado luego.
- Yo te lo digo José, tú eres quien le da vida a tu banda, hasta te he oído.
- Todos ayudan.
- Sí, pero tú eres quien hace la existencia de tu banda. ¿Sabes por qué?
- No.
- Porque nunca piensas en ti, dejas que las cosas salgan, y a tus integrantes los dejas ser.
- Bueno, no es para tanto.
Vicente se quedó pensativo.
- Sí José. No la pierdas. Sabes que puedes llegar muy lejos.
Vicente me miraba.
- ¿Tú crees? A veces siento que me falta mas.- Dije.
- A todos.
- A veces dudo de mí.
- Pronto te mostraré algo.
Vicente pensaba.
- Vas a ver algunas cosas.- Me dijo.
- De acuerdo.
- ¡José!, tanto tiempo.
- Quería verte amigo.
- Hace tiempo que no sabía de ti, pasa.
Entré. Vicente era un gran amigo, un hombre muy espiritual, aprendí muchas cosas de música gracias a él, no era vicioso. Pero tampoco se metía en los asuntos que no eran de él. Era un hombre honesto.
- ¿Puedo prender el tabaco aquí?
- Coño hombre, dale, préndalo, está en su casa.
Yo me senté a hablar con mi amigo.
- Qué bueno verte Vicente.
- Igual José, es agradable saber de ti.
- ¿Qué has hecho por allí?.
- He viajado bastante, hasta que al fin quise tomar casa.
- Me alegro.
- ¿Sigues tocando?
- Sí, por supuesto.
Vicente se quedó pensativo.
Luego yo me quedo observando la casa.
Observaba la casa. Tenía unos cuadros que me llamaron la atención.
Me paré.
Luego miraba los tambores, con ellos había aprendido.
- Los viejos tambores.- Dije.
- Claro.
- Existen.
- Siempre me acuerdo de ti viejo amigo y te voy a decir algo.
- ¿Qué?
- Eres una persona pura José, una de las pocas personas. Sé que mucha gente se aprovecha de eso. Tu personalidad es fuerte
Vicente se quedó callado luego.
- Yo te lo digo José, tú eres quien le da vida a tu banda, hasta te he oído.
- Todos ayudan.
- Sí, pero tú eres quien hace la existencia de tu banda. ¿Sabes por qué?
- No.
- Porque nunca piensas en ti, dejas que las cosas salgan, y a tus integrantes los dejas ser.
- Bueno, no es para tanto.
Vicente se quedó pensativo.
- Sí José. No la pierdas. Sabes que puedes llegar muy lejos.
Vicente me miraba.
- ¿Tú crees? A veces siento que me falta mas.- Dije.
- A todos.
- A veces dudo de mí.
- Pronto te mostraré algo.
Vicente pensaba.
- Vas a ver algunas cosas.- Me dijo.
- De acuerdo.
CAPITULO VIII
Estaba ensayando solo en mi apartamento, tenía que salir todo bien en el concierto. Era la idea.
Luego yo estaba con mis integrantes de la banda, Charlie y Felipe, Charlie era un hombre negro que tocaba saxofón, y Felipe un catire de pelo largo. Estábamos fumando
- Ese toque hay que hacerlo.- Dije yo.
Los demás estaban callados, pensativos. No sabían que decir al respecto. Tenían unas caras muy extrañas.
- ¿No van a decir nada?- Pregunté.
- Felipe y yo estamos hartos José. Rafael nos está jodiendo mucho. Nos ha hecho quedar mal.- Dijo Charlie.
- Tenemos que salir de ese piedrero, nos da muchos peos José, a la final no lo necesitamos.- Dijo Felipe
Me quedé pensativo.
- Sí José, ese hombre es un problema.
- Queremos que se vaya.
- Tenemos un nuevo integrante José, tiene buena voz y es buena imagen, no como el otro cabrón.
Llegó un hombre de barba, gordo, con una gorra, como de vickingo. Salió de donde estaba. Tal vez podía ser el nuevo integrante.
Luego yo estaba con mis integrantes de la banda, Charlie y Felipe, Charlie era un hombre negro que tocaba saxofón, y Felipe un catire de pelo largo. Estábamos fumando
- Ese toque hay que hacerlo.- Dije yo.
Los demás estaban callados, pensativos. No sabían que decir al respecto. Tenían unas caras muy extrañas.
- ¿No van a decir nada?- Pregunté.
- Felipe y yo estamos hartos José. Rafael nos está jodiendo mucho. Nos ha hecho quedar mal.- Dijo Charlie.
- Tenemos que salir de ese piedrero, nos da muchos peos José, a la final no lo necesitamos.- Dijo Felipe
Me quedé pensativo.
- Sí José, ese hombre es un problema.
- Queremos que se vaya.
- Tenemos un nuevo integrante José, tiene buena voz y es buena imagen, no como el otro cabrón.
Llegó un hombre de barba, gordo, con una gorra, como de vickingo. Salió de donde estaba. Tal vez podía ser el nuevo integrante.
CAPITULO VII
Un día luego de cantar, el espectáculo luego de finalizar, Rafael cantando se le acerca Andrés.
- Pajúo, te metes a cantar, en lugar de vender las bolsas que te dí. ¿Qué las hiciste?
- Men, me las guelí, tenía que cantar.
- ¿Tú eres imbécil?- Le da un golpe en la cabeza, yo sorprendido, pero no me metí.
- Yo te las repongo, tranquilo, deja que me paguen.
- Ya estoy harto de tus huevonadas, andas con tu banda de mierda, si no me pagas te mato.
Le da una patada en el trasero.
- No me pegues.
- ¿Quieres besitos huevón? – La gente observaba.- Eres un becerro.- Le da una cachetada.
- Pana, ya, tranquilo.- Dijo llorando.
- Cabrón, no te burles de mí.
- Hoy me pagan, tranquilo.
- Mas te vale.
- Fíame una.
- ¿Cómo? Agradece que estás vivo.
- Pajúo, te metes a cantar, en lugar de vender las bolsas que te dí. ¿Qué las hiciste?
- Men, me las guelí, tenía que cantar.
- ¿Tú eres imbécil?- Le da un golpe en la cabeza, yo sorprendido, pero no me metí.
- Yo te las repongo, tranquilo, deja que me paguen.
- Ya estoy harto de tus huevonadas, andas con tu banda de mierda, si no me pagas te mato.
Le da una patada en el trasero.
- No me pegues.
- ¿Quieres besitos huevón? – La gente observaba.- Eres un becerro.- Le da una cachetada.
- Pana, ya, tranquilo.- Dijo llorando.
- Cabrón, no te burles de mí.
- Hoy me pagan, tranquilo.
- Mas te vale.
- Fíame una.
- ¿Cómo? Agradece que estás vivo.
CAPITULO VI
Yo estaba invitado en ua fiesta, luego de fumame un buen porro se me acerca una chica.
- Ven. ¿Quieres un trago?- Le besé la mano.
- Si quieres.- Dijo. Era una chica bien guapa, debo admitirlo.
Luego me fui a mi casa, y bueno lo demás, fue muy bueno, luego de sexo. Me gustaba relacionarme con las mujeres pero no me gustaban las cosas serias. Era mejor cada quien por su lado. En lo serio me daba muchos problemas.
Luego de tocar, estaba Andrés en el sitio, un poco de gente hacía negocios con él. Una chica se acerca, Andrés bailaba con ella. Saca una bolsa y se la da, ella se la mete en los pechos.
- Es para ti.- Le dijo.
- Gracias. ¿A dónde vamos?
- Ven. ¿Quieres un trago?- Le besé la mano.
- Si quieres.- Dijo. Era una chica bien guapa, debo admitirlo.
Luego me fui a mi casa, y bueno lo demás, fue muy bueno, luego de sexo. Me gustaba relacionarme con las mujeres pero no me gustaban las cosas serias. Era mejor cada quien por su lado. En lo serio me daba muchos problemas.
Luego de tocar, estaba Andrés en el sitio, un poco de gente hacía negocios con él. Una chica se acerca, Andrés bailaba con ella. Saca una bolsa y se la da, ella se la mete en los pechos.
- Es para ti.- Le dijo.
- Gracias. ¿A dónde vamos?
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