Al día siguiente me reúno con Vicente, estábamos hablando de muchas cosas. De hecho me dio unos tips para tocar muy bien. Me enseñó bastante. Unas buenas técnicas aprendí con él.
El hombre me ayudó a meter algo de espiritualidad a mi música. El hacía unos ruidos, hasta se me ocurrió grabar. El truco era sentir la música y sentir mis ritmos. Era un gran maestro ese hombre.
Duró bastante.
En la noche luego de tocar, veo a Miguel. Se acerca dónde alguien, al parecer era de los amiguitos de Andrés. Oigo la conversación.
- ¿Qué quieres? – Pregunta el hombre, se llamaba Daniel.
- Fíame una bolsa.- Dijo Miguel.
- ¿Cómo que fíame? Págame lo que me debes.
Daniel lo agarró.
- Becerro, suéltame.
Daniel sacó una pistola, y yo viendo la cosa.
- Quédate quieto. Paga, y todo estará bien.
Miguel se quedó tranquilo, no podía hacer nada, asustado, el hombre le tenía una pistola apuntada.
- Te lo pago después vale.
Daniel le dio una cachetada.
Miguel estaba furioso tirado en el piso. Luego Daniel se fue. Pero no lo iba a defender yo. Por ladrón.
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