En un bar, me encuentro con Rafael.
- Préstame algo de plata, tengo una deuda.
- Verga Rafael, sabes que no me gusta...
- Tranquilo bro, dale, yo luego te lo pago.
- ¿Cuánto quieres?
- Treinta.
Se lo dí.
Luego voy camnando de noche por Sabana Grande, era tarde, prendía un porro. Me lo iba fumando disimuladamente.
- ¿Por qué se los dí?- Pensé.
Seguía y seguía, pensaba en lo que me dijo Vicente, y sí, talvez podía ser verdad, pero Rafael en su momento fue bueno, lo que pasa es que la piedra se lo llevó, y los otros son buenos tambien.
Vicente era bueno dando consejos.
Por cierto debería volver a hablar con él.
Después lo iba a buscar, por los momentos iba a mi casa, tenía unos asuntos importantes que resolver.
Llegué y me puse a tocar piano yo solo pensando en muchas cosas. Veía como la gente se volvía loca.
La verdad es que la vida de músico era medio difícil.
Mis amigos eran unos locos pero en el fondo eran mis amigos, y me daba lástima Rafael..
No sabía si desaparecerme o qué, y dejar todo así, pero no, pienso que debía enseñar muchas cosas a muchos.
Luego aparece alguien en el carro, era Vicente, me monté en su carro, y nos fuimos por allí, estábamos hablando.
-Vente conmigo, me dijo.
- Vamos.
- ¿Qué haces por allí solo?
Entramos a la montaña, subimos.
- ¿Qué vamos a hacer aquí? – Pregunté.
- Ya verás.
En la montaña, me puse en una posición, Vicente me dio un pensamiento determinado, mientras hablaba y cantaba ví muchas cosas. Escuchaba los animales, hasta los oía hablar.
En la noche toqueé con mi banda, a la gente le gustó. Luego se acercó una chica y me fui con ella.
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