domingo, 22 de marzo de 2009

CAPITULO XIII

Luego en un local por Cacaito, había una fiesta, me encuentro a Rafael. Estaba con Andrés.
- Allí está tu amigo ladilla.- Le dijo Andrés, yo lo ignoré.
- Pana, eres una ladilla.- Me dijo Rafael.
- Solo te vine a saludar.- Dije.
- Pírate que ando ocupado.- Me dijo.
- Pero Rafael. ¿Qué pasa?
- Un coño, no me interesa que me ladilles, vete.
- Lárgate, tiene asuntos importantes.- Me dijo Andrés.
- Vete pana, en verdad, ando tranceado, vete de aquí, anda a hacer lo que te da la gana, pero vete.
- De acuerdo.- Dije y me fui.
- Mierda, que ladilla.- Lo oí decir.
- No andes con ese cabrón, ocúpate del negocio, vende las bolsas.- Dijo Andrés.
- De acuerdo.

Luego en ese mismo local Andrés estaba atendiendo a alguien, se escuchaba algo, salía dinero en la mesa. Luego la persona se quejaba de que no era suficiente, hubo una pelea, Rafael se metió, fue fuerte en el local.
- Ahora pírate becerro.- Sacó una pistola.
Luego hubo una pelea, hubo hasta tiroteos, yo me fui de allí. Se oían sirenas, yo tube que correr. Agarraron gente, una readada, todos contra la pared. Revisaron a todo el muno, a Rafael lo agarraron y se lo llevaron.

domingo, 8 de marzo de 2009

CAPITULO XII

Luego estaba con Vicente, estaba en una posición, me recomendaba todo lo que había que hacer.
- No pienses en nada.- Me dijo.
Yo respiraba profundo.
Veía muchas cosas.
- No pienses en ti, siente la energía.
Respiraba.
- Sigue.- Me decía.
Yo seguía.
- Esa es la vida amigo, conoces.
Me decía mucho.
- Siente todo.
Me estaba sintiendo elevado.
- Es el momento para todo.
Era un chamán.
Y seguía.

Al día siguiente, estaba en una plaza. Fumándome un porro, en la Plaza la Castellana, medio encaletado por los pacos, cuando me llega un hombre barbudo, estaba medio sucio, me asustó.
- Miguel, no te reconocí.- Le dije.
- José. Qué gusto verte.- Me dijo.
- Claro vale. ¿Qué has hecho por allí?
- Nada nuevo. ¿Sigues tocando?
Asentí.
- Tenemos uno menos pero bueno.
- Yo tambien ando.
- ¿Por qué no te unes a nosotros? Te invito.
- Puede ser.
- Dale, te va a gustar.
- Yo sé.
- Ensaya con nosotros.
- ¿Cuándo ensayan?
Le dije. Miguel se quedó pensativo, estaba en un aspecto sucio, nunca lo había visto así. Estaba raro.
Lo miraba.
- ¿Cómo te portas?-Pregunté.
- Igual.- Me dijo.
Me reí.

Al día siguiente voy a controlar donde un hombre que se llama Daniel.
- Epale Daniel. ¿Qué me cuentas?
- Eres una bruja.- Me dijo.- Qué bolas, botaste a Rafael.
- No lo boté.
- Claro que sí, él me dijo.
Estaba que me miraba.
Llegó otro hombre, Francisco.
- Tu banda va a decaer, vas a ver, Rafael era el líder de la banda.
No entendía.
- Es la verdad.- Me dijo Daniel.
Francisco me miraba.
- Botaste al pana. Pero jódete, no vas a tener vida.
Francisco no decía nada pero me miraba.
- Deberías pirar.- Me dijo Francisco.
- Sí.-Dijo Daniel.
Francisco seguía mirando.
- Lárgate.- Dijo Daniel.

En el momento del ensayo llegó Miguel, allí estaban mis integrantes, Charlie, Felipe y
- Podemos empezar cuando quieras.- Dijo Miguel.
Empezamos, luego del toque.
- Quédate.- Dijo Felipe.
- Puedo hacerlo.- Dijo Miguel.
- Eres mejor que Rafael.
- Bicho, ese bicho es un ególatra.
- Ya yo estoy harto de ese carajo.
Miguel miraba.
- Ya nos ha metido en peos.
- Te lo creo.
- Es un peo andar con él.
- Yo he andado.
- Lo queremos sacar.
- Sácalo.
- Eres bienvenido.
- De acuerdo.
- Es así.
- Quiero seguir con esto.
Luego sacan una bolsa de coca Felipe y Miguel.
- Sírvela.
-: Así lo haré, no te preocupes.
- Dale.
Al día siguiente noté que se desaparecieron muchas cosas, dinero, que al parecer era Miguel.

CAPITULO XI

Vicente y yo nos fuimos para la montaña, subismos bastante hasta el pico Occidental, a veces sacaba mis tabacos y le sacaba 2.
- Te voy a mostrar muchas cosas José.- Me dijo.
- ¿Puedo fumar tranquilo?
- Puedes hacer lo que quieras. Tú sabes lo que haces.
- De acuerdo.
- Ya llegaremos para el pico, me interesa es que no haya nadie.
- Yo sé, yo he estado.
- Bien.
- Mis piernas me duelen un poco.
- Lo sé.
- Ya estaremos.
- Dale, no te desesperes.

Yo pensando en una chica.

CAPITULO X

En un bar, me encuentro con Rafael.
- Préstame algo de plata, tengo una deuda.
- Verga Rafael, sabes que no me gusta...
- Tranquilo bro, dale, yo luego te lo pago.
- ¿Cuánto quieres?
- Treinta.
Se lo dí.
Luego voy camnando de noche por Sabana Grande, era tarde, prendía un porro. Me lo iba fumando disimuladamente.
- ¿Por qué se los dí?- Pensé.
Seguía y seguía, pensaba en lo que me dijo Vicente, y sí, talvez podía ser verdad, pero Rafael en su momento fue bueno, lo que pasa es que la piedra se lo llevó, y los otros son buenos tambien.
Vicente era bueno dando consejos.
Por cierto debería volver a hablar con él.
Después lo iba a buscar, por los momentos iba a mi casa, tenía unos asuntos importantes que resolver.
Llegué y me puse a tocar piano yo solo pensando en muchas cosas. Veía como la gente se volvía loca.
La verdad es que la vida de músico era medio difícil.
Mis amigos eran unos locos pero en el fondo eran mis amigos, y me daba lástima Rafael..
No sabía si desaparecerme o qué, y dejar todo así, pero no, pienso que debía enseñar muchas cosas a muchos.
Luego aparece alguien en el carro, era Vicente, me monté en su carro, y nos fuimos por allí, estábamos hablando.
-Vente conmigo, me dijo.
- Vamos.
- ¿Qué haces por allí solo?
Entramos a la montaña, subimos.
- ¿Qué vamos a hacer aquí? – Pregunté.
- Ya verás.
En la montaña, me puse en una posición, Vicente me dio un pensamiento determinado, mientras hablaba y cantaba ví muchas cosas. Escuchaba los animales, hasta los oía hablar.

En la noche toqueé con mi banda, a la gente le gustó. Luego se acercó una chica y me fui con ella.

CAPITULO IX

Yo estaba caminado por el Hatillo, estaba yendo a casa de un gran amigo, Vicente, aprendí muchas cosas de él. Toqué el timbre, me abre un hombre calvo.
- ¡José!, tanto tiempo.
- Quería verte amigo.
- Hace tiempo que no sabía de ti, pasa.
Entré. Vicente era un gran amigo, un hombre muy espiritual, aprendí muchas cosas de música gracias a él, no era vicioso. Pero tampoco se metía en los asuntos que no eran de él. Era un hombre honesto.
- ¿Puedo prender el tabaco aquí?
- Coño hombre, dale, préndalo, está en su casa.

Yo me senté a hablar con mi amigo.
- Qué bueno verte Vicente.
- Igual José, es agradable saber de ti.
- ¿Qué has hecho por allí?.
- He viajado bastante, hasta que al fin quise tomar casa.
- Me alegro.
- ¿Sigues tocando?
- Sí, por supuesto.
Vicente se quedó pensativo.
Luego yo me quedo observando la casa.
Observaba la casa. Tenía unos cuadros que me llamaron la atención.
Me paré.
Luego miraba los tambores, con ellos había aprendido.
- Los viejos tambores.- Dije.
- Claro.
- Existen.
- Siempre me acuerdo de ti viejo amigo y te voy a decir algo.
- ¿Qué?
- Eres una persona pura José, una de las pocas personas. Sé que mucha gente se aprovecha de eso. Tu personalidad es fuerte
Vicente se quedó callado luego.
- Yo te lo digo José, tú eres quien le da vida a tu banda, hasta te he oído.
- Todos ayudan.
- Sí, pero tú eres quien hace la existencia de tu banda. ¿Sabes por qué?
- No.
- Porque nunca piensas en ti, dejas que las cosas salgan, y a tus integrantes los dejas ser.
- Bueno, no es para tanto.
Vicente se quedó pensativo.
- Sí José. No la pierdas. Sabes que puedes llegar muy lejos.
Vicente me miraba.
- ¿Tú crees? A veces siento que me falta mas.- Dije.
- A todos.
- A veces dudo de mí.
- Pronto te mostraré algo.
Vicente pensaba.
- Vas a ver algunas cosas.- Me dijo.
- De acuerdo.

CAPITULO VIII

Estaba ensayando solo en mi apartamento, tenía que salir todo bien en el concierto. Era la idea.

Luego yo estaba con mis integrantes de la banda, Charlie y Felipe, Charlie era un hombre negro que tocaba saxofón, y Felipe un catire de pelo largo. Estábamos fumando
- Ese toque hay que hacerlo.- Dije yo.
Los demás estaban callados, pensativos. No sabían que decir al respecto. Tenían unas caras muy extrañas.
- ¿No van a decir nada?- Pregunté.
- Felipe y yo estamos hartos José. Rafael nos está jodiendo mucho. Nos ha hecho quedar mal.- Dijo Charlie.
- Tenemos que salir de ese piedrero, nos da muchos peos José, a la final no lo necesitamos.- Dijo Felipe
Me quedé pensativo.
- Sí José, ese hombre es un problema.
- Queremos que se vaya.
- Tenemos un nuevo integrante José, tiene buena voz y es buena imagen, no como el otro cabrón.
Llegó un hombre de barba, gordo, con una gorra, como de vickingo. Salió de donde estaba. Tal vez podía ser el nuevo integrante.

CAPITULO VII

Un día luego de cantar, el espectáculo luego de finalizar, Rafael cantando se le acerca Andrés.
- Pajúo, te metes a cantar, en lugar de vender las bolsas que te dí. ¿Qué las hiciste?
- Men, me las guelí, tenía que cantar.
- ¿Tú eres imbécil?- Le da un golpe en la cabeza, yo sorprendido, pero no me metí.
- Yo te las repongo, tranquilo, deja que me paguen.
- Ya estoy harto de tus huevonadas, andas con tu banda de mierda, si no me pagas te mato.
Le da una patada en el trasero.
- No me pegues.
- ¿Quieres besitos huevón? – La gente observaba.- Eres un becerro.- Le da una cachetada.
- Pana, ya, tranquilo.- Dijo llorando.
- Cabrón, no te burles de mí.
- Hoy me pagan, tranquilo.
- Mas te vale.
- Fíame una.
- ¿Cómo? Agradece que estás vivo.

CAPITULO VI

Yo estaba invitado en ua fiesta, luego de fumame un buen porro se me acerca una chica.
- Ven. ¿Quieres un trago?- Le besé la mano.
- Si quieres.- Dijo. Era una chica bien guapa, debo admitirlo.
Luego me fui a mi casa, y bueno lo demás, fue muy bueno, luego de sexo. Me gustaba relacionarme con las mujeres pero no me gustaban las cosas serias. Era mejor cada quien por su lado. En lo serio me daba muchos problemas.


Luego de tocar, estaba Andrés en el sitio, un poco de gente hacía negocios con él. Una chica se acerca, Andrés bailaba con ella. Saca una bolsa y se la da, ella se la mete en los pechos.
- Es para ti.- Le dijo.
- Gracias. ¿A dónde vamos?